| Después de dos días y entrado en vigor el "alto el fuego permanente", tras oír y leer las más variadas opiniones, y volviendo al momento en que escuché por vez primera estas palabras "a través de Radio Euskadi, ETA lanza un comunicado de tregua" o algo así, me asaltan las dudas sobre si debí sentir alegría -ya que lo primero que me preguntó un amigo con quien suelo jugar al pique político es si siento alegría por el comunicado-. A riesgo de equivocarme, al ser frágil la memoria que la vas adaptando según las circunstancias, creo que no sentí alegría.
Ya sé que está mal visto no alegrarse cuando; una banda asesina dice que por un tiempo puedo estar tranquilo, según unos; una banda armada considere la posibilidad de cambiar las balas por las mesas de negociación, según otros, y pasarse a la política merece perdonarnos la vida.
Hay que alegrarse, pero yo no puedo.
Haré un esfuerzo por sentir esa alegría; iré con algunos concejales amenazados por ETA, a ver si ellos consiguen transmitirme esa alegría, como tienen dos cartas de "queda libre de la cárcel" como en el Monopoly...
Hay que alegrarse, pero yo no puedo. Será que cada día soy menos humano.
Lo seguiré intentando y buscaré esa alegría en esa mujer de la limpieza que está obligada a llevar escolta. La que paran en la calle unos cuantos valientes "gudaris" y le gritan a la cara lo que está haciendo en contra de nuestro querido pueblo regado con sangre.
Hay que alegrarse, pero yo no puedo. Estaré dejando de ser persona.
Buscaré, lo juro que buscaré, no dejaré de buscar la fuente de la alegría, esa que mana sólo para algunos y otros no somos capaces de ver en la oscuridad de mis pensamientos; ¿será cierto que se ha acabado ETA?, ¿ahora qué hago?, no tengo de qué hablar, de qué discutir, se acabó mi negocio... qué sucios pensamientos dicen que tengo. Algo sí soy capaz de ver entre esa neblina maloliente; si me dicen qué es lo que pienso, no es que sea cierto es que proyectan en mí lo que ellos quieren que yo piense.
Hay que alegrarse, pero yo no puedo. Será que soy del PP.
No, no sentí alegría, sentí alivio. Alivio sentí porque parece que el Estado de Derecho en este país funciona. Funciona porque tras varios gobiernos intentando acabar con una banda de terroristas asesinos está consiguiendo doblegarlos. Ahora es el tiempo de los políticos, los ciudadanos debemos estar espectantes, ver lo que pasa y si no nos agrada lo que vemos salir a la calle a gritarlo. Es tiempo de que nos digan la verdad, toda la verdad. Si comenzaron las negociaciones hace años, que lo digan. Los ciudadanos españoles sabemos discernir entre el bien y el mal, y si lo hicieron por el bien común lo sabremos apreciar. Otra cosa es que lo hayan hecho por conseguir réditos polítos; no me quiero ni imaginar la escena de Patxi López hablando con la madre de Joseba Pagazaurtundua y brindándole su hombro mientras negociaba con ETA estos cambios. Eso sería terrible.
Alegría no, siento alivio. Alivio siento porque tenemos unos días, semanas, meses o incluso llegue a algún año, de "alto el fuego". ¿También van a parar a "los chicos de la gasolina"? Y, ¿la extorsión a los empresarios? ¿Dejarán limpia, sin meterle silicona, la cerradura de mi negocio cuando me niegue a dar dinero a los de las korrikas con camisetas de los presos etarras?
Alegría no, siento alivio. Alegría sentiré cuando digan dónde están las armas, se entreguen, que con seguridad seremos generosos, y no se hayan cobrado un precio político por lo que nos han hecho durante tantos años de dictadura del terror.
Alavés
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